Por: Adela López / Editorial Econotas
Las jaulas, por amplias y cómodas que se construyan, jamás serán un hábitat digno para las aves. Sin embargo, hoy en día los bosques y selvas de México tampoco son un lugar seguro para ellas.
De acuerdo a información publicada por Greenpeace, cada año México pierde 600 mil hectáreas de bosques y selvas, ecosistemas que albergan a la mayoría de las especies aviarias del país, muchas de las cuales se encuentran en peligro de extinción por poseer hábitos sumamente especializados en su reproducción, anidación, alimentación o migración.
En México el incesante crecimiento de la población humana inevitablemente causa impactos negativos sobre el medio ambiente que sustenta la vida de las avifauna. El principal factor, sin duda, es el avance de la frontera agrícola y ganadera sobre los últimos refugios de la vida silvestre. La tala ilegal, el narcotráfico y el tráfico de especies agravan la situación.
Pese a lo desalentador que pareciera el futuro, cada vez son más las organizaciones conservacionistas que han encontrado en la crianza en cautiverio una esperanza para evitar la desaparición de algunas especies como la guacamaya roja (Ara Macao), de la cual se estima que su población silvestre en México es menor a doscientos ejemplares.
Una de esas organizaciones es el Aviario Txori, establecido en el Estado de Jalisco y que a pesar de ser un proyecto modesto por carecer de recursos económicos suficientes, ha logrado importantes avances en la reproducción y manejo en cautividad de varias especies de loros, cotorras y guacamayas (psitácidos).
El proyecto Txori no sólo contempla la reproducción en cautividad, de hecho, el objetivo de esa asociación civil va mucho más allá de sus jaulas, pues el director de la institución, el ingeniero Cándido Busteros, planea en una próxima etapa reintroducir a la naturaleza animales nacidos en el aviario. Sin embargo, dicha liberación deberá efectuarse en áreas resguardadas, donde las aves puedan ser monitoreadas permanentemente y de esa forma garantizar su seguridad. Para llegar a esa etapa del proyecto, por supuesto será necesario contar con mucho apoyo, tanto gubernamental como privado.
Ante la disyuntiva “cautiverio o extinción” bien valdría la pena apostarle a utopías que poco a poco han dejado de serlo. ¿No lo creen?