martes, 3 de julio de 2007

¿Santuario ballenero mexicano?


Abril 13 de 2005
Por: Ronald Dragusa / Sea of Cortez Watch Society (SCWS)



En 1972, México fue el primer país en crear un santuario ballenero para proteger a las diezmadas poblaciones de ballena gris, que en aquella época, como la mayoría de los grandes cetáceos, eran víctimas de una cruel matanza encabezada por Japón.

Cuando el gobierno del presidente Echeverría decretó Área Natural Protegida a Laguna Ojo de Liebre, en Baja California Sur, sin lugar a dudas dio un gran paso para salvar de la extinción a la especie y se aportaron elementos para que en 1975 la Comisión Ballenera Internacional (CBI), declarara la moratoria a la cacería comercial de ballenas, misma que perdura hasta el día de hoy. Aquel acto además, sirvió de ejemplo para muchos otros países.

En mayo de 2002, el presidente Fox decretó "Área de Protección de Mamíferos Marinos" a todos los mares de la Zona Económica Exclusiva del país (Cerca de 3 millones de kilómetros cuadrados), creando así el santuario ballenero más grande del mundo, el cual refugia a 21 especies de grandes cetáceos: ballena azul, ballena minke, ballena de Bryde, ballena de Sei, ballena de aleta, ballena jorobada, ballena gris, ballena franca, cachalote, cachalote pigmeo, cachalote enano, mesoplodonte pigmeo, mesoplodonte japonés, mesoplodonte antillano, Zifio de Cuvier, Zifio de Baird, ballena piloto, orca, orca falsa, orca pigmea y calderón pigmeo, así como varias especies de delfines y marsopas, incluida la casi extinta vaquita de mar, endémica del Alto Golfo de California.
El Santuario Ballenero Mexicano, sin embargo, está muy lejos de ser un lugar seguro para los cetáceos. Cada año, sobre todo en la época de migración, decenas de estos animales mueren víctimas de artes de pesca arcaicas como lo son las redes de deriva, las cuales paradójicamente están prohibidas en países que aún matan ballenas, ya que son altamente depredadoras, no selectivas y por lo tanto peligrosas para la ecología.

Así entonces, las "redes de deriva" que en algunos casos llegan a medir varios kilómetros de largo, son responsables de una importante mortandad entre los mamíferos marinos de México. Por lo general los pescadores de tiburón las colocan al atardecer y como su nombre lo dice, las dejan a la deriva durante la noche en lugares relativamente lejanos a la costa y al amanecer las recogen repletas de animales, muchos de ellos en peligro de extinción. Presas comunes de estas mallas, además de tiburones y mantarrayas, son: Lobos y elefantes marinos, marsopas, tortugas, aves, y por supuesto ballenas. Cuando los cetáceos quedan atrapados en estas redes, pueden morir ahogados, o por cansancio, o por lesiones provocadas por la propia red, o devorados por depredadores oportunistas.

Cada año son más frecuentes los avistamientos de ballenas enmalladas; unas aparecen muertas y otras lesionadas por la misma causa. Cabe mencionar que algunas ballenas enredadas, mueren y se hunden, motivo por el cual se estima que por cada animal enmallado que se reporta, hay otro muerto en el fondo del océano.

La triste realidad es que el celebrado "Santuario Ballenero Mexicano" está muy cerca de convertirse en una gran utopía y así será, si las secretarías de Medio Ambiente (SEMARNAT), Agricultura (SAGARPA) y la Comisión Nacional de Pesca (CONAPESCA), siguen permitiendo el uso de técnicas pesqueras destructivas. Todo ello provocado por un absurdo burocratismo, característico de esta administración, que ha manteniendo detenida la Norma Oficial Mexicana (NOM-029), la cual debe ser emitida cuanto antes, en congruencia a la desesperada situación de varias especies de tiburón, actualmente sobre explotadas.

Es sumamente necesario que las organizaciones ecologistas de México hagan frente común para obligar al gobierno a que de una vez por todas resuelva el problema.

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