Enero 19 de 2005
Por: Juan Luis Gil / Editorial Econotas
Por: Juan Luis Gil / Editorial Econotas
Hace unos años, cuando me encontraba de trabajo en Alemania, mi agenda electrónica de pronto se apagó. Como en ella guardaba datos importantes, no dudé en conseguir de inmediato un par de baterías de repuesto, así que le pedí a mi colega Hans me acompañara a una tienda cercana donde las compré sin problema.
De regreso en la oficina, desempaqué las baterías nuevas, hice el cambio y tiré las agotadas en el cesto de basura, -Grave error- me dijo Hans, quien observaba con atención lo que estaba haciendo. Sin saber a que se refería, le pregunté -¿de que hablas?- entonces se inclinó a recoger las baterías del cesto y me dijo que me acompañaría de nuevo a la tienda para desecharlas en un contenedor especial.
Las baterías o pilas inservibles (recargables o no recargables) ya sean de automóviles, juguetes, relojes, teléfonos, computadoras, etcétera, están catalogadas por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) como desechos sólidos peligrosos, ya que si no se les da un confinamiento adecuado pueden liberar sustancias sumamente tóxicas que contaminan la tierra y el agua. Por lo anterior, muchos países, entre ellos los de la Unión Europea, han reglamentado estrictamente la eliminación con el objetivo de que este tipo de basura reciba tratamientos previos al confinamiento e incentivan el reciclaje.
Cuando las baterías son desechadas en vertederos al aire libre están expuestas a las inclemencias del tiempo, factor que acelera la corrosión del envase o carcaza, el cual al perder su hermeticidad libera al ambiente tóxicos muy peligrosos (cadmio, cromo, mercurio, níkel, negro de humo, plomo, etc.) sustancias que con la acción de la lluvia y el viento se diseminan en la tierra y el agua. Luego, poco a poco envenenan a las plantas y animales que acumulan los tóxicos en sus tejidos. Finalmente estas sustancias pueden llegar a las personas por el consumo directo de agua o a través de alimentos contaminados (plantas o animales), provocando graves enfermedades que van desde la ceguera hasta cánceres como la leucemia.
Desde el punto de vista individual los consumidores podemos hacer mucho al respecto:
1. Evitar en lo posible comprar artefactos que utilicen baterías, son preferibles los que se conectan a la red eléctrica, al automóvil y mucho más los que funcionan con energía solar.
2. Si no hay alternativa, comprar baterías recargables y usarlas correctamente para alargar su vida útil, así además se ahorrará dinero.
3. Si no hay recargables, comprar preferentemente baterías hechas en México o de marcas conocidas, de esa forma se facilita que la batería agotada regrese al fabricante para que la recicle. Asegurarse que la tienda que las venda también reciba las baterías agotadas, o bien, preguntar en la delegación de Semarnat más cercana donde se pueden eliminar.
4. No desperdiciar la energía de las baterías, utilizarla cuando realmente sea necesario.
5. Por ningún motivo tirar las baterías en la basura o drenaje, ni tratar de eliminarlas enterrándolas, quemándolas o destruyéndolas. Evitar que los niños tengan contacto con ellas
De regreso en la oficina, desempaqué las baterías nuevas, hice el cambio y tiré las agotadas en el cesto de basura, -Grave error- me dijo Hans, quien observaba con atención lo que estaba haciendo. Sin saber a que se refería, le pregunté -¿de que hablas?- entonces se inclinó a recoger las baterías del cesto y me dijo que me acompañaría de nuevo a la tienda para desecharlas en un contenedor especial.
Las baterías o pilas inservibles (recargables o no recargables) ya sean de automóviles, juguetes, relojes, teléfonos, computadoras, etcétera, están catalogadas por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) como desechos sólidos peligrosos, ya que si no se les da un confinamiento adecuado pueden liberar sustancias sumamente tóxicas que contaminan la tierra y el agua. Por lo anterior, muchos países, entre ellos los de la Unión Europea, han reglamentado estrictamente la eliminación con el objetivo de que este tipo de basura reciba tratamientos previos al confinamiento e incentivan el reciclaje.
Cuando las baterías son desechadas en vertederos al aire libre están expuestas a las inclemencias del tiempo, factor que acelera la corrosión del envase o carcaza, el cual al perder su hermeticidad libera al ambiente tóxicos muy peligrosos (cadmio, cromo, mercurio, níkel, negro de humo, plomo, etc.) sustancias que con la acción de la lluvia y el viento se diseminan en la tierra y el agua. Luego, poco a poco envenenan a las plantas y animales que acumulan los tóxicos en sus tejidos. Finalmente estas sustancias pueden llegar a las personas por el consumo directo de agua o a través de alimentos contaminados (plantas o animales), provocando graves enfermedades que van desde la ceguera hasta cánceres como la leucemia.
Desde el punto de vista individual los consumidores podemos hacer mucho al respecto:
1. Evitar en lo posible comprar artefactos que utilicen baterías, son preferibles los que se conectan a la red eléctrica, al automóvil y mucho más los que funcionan con energía solar.
2. Si no hay alternativa, comprar baterías recargables y usarlas correctamente para alargar su vida útil, así además se ahorrará dinero.
3. Si no hay recargables, comprar preferentemente baterías hechas en México o de marcas conocidas, de esa forma se facilita que la batería agotada regrese al fabricante para que la recicle. Asegurarse que la tienda que las venda también reciba las baterías agotadas, o bien, preguntar en la delegación de Semarnat más cercana donde se pueden eliminar.
4. No desperdiciar la energía de las baterías, utilizarla cuando realmente sea necesario.
5. Por ningún motivo tirar las baterías en la basura o drenaje, ni tratar de eliminarlas enterrándolas, quemándolas o destruyéndolas. Evitar que los niños tengan contacto con ellas
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